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ARTISTAS

Mika Heggemann: ingeniería emocional para noches inolvidables

  • Sergio Niño
  • 18 November 2025
Mika Heggemann: ingeniería emocional para noches inolvidables

Hay algo discretamente radical en Mika Heggemann. En una ciudad repleta de DJs persiguiendo su momento, él está ocupado construyendo su propio mundo desde cero. Su historia comienza lejos de los warehouses de Berlín, en el corazón industrial de Alemania, donde aprendió la precisión antes que la pasión. Esos años de estructura y repetición ,como empleado, asistente, experimentador en estudios de bandas, se convirtieron en el fundamento inesperado de su arte. Hoy, esa misma disciplina impulsa su ascenso como uno de los talentos más autodidactas y autodefinidos de Europa, un nombre que moldea el pulso de un movimiento en lugar de simplemente seguirlo.

En el centro de todo está el Nu Trance, no un revival, sino una rebelión. El sonido de Mika es emocional, acelerado y sin miedo, un choque entre la euforia del trance, la crudeza del techno y la actitud del hard house. Es música que te golpea en el pecho antes de llegar a la cabeza. “Nu Trance” no se trata solo de tempo o melodía; es una actitud, cruda, expresiva y sin miedo al color en una escena que a menudo venera la escala de grises. Detrás de las bandejas, no mezcla tracks: diseña momentos, convierte el caos en conexión y crea ese instante fugaz y perfecto en el que el público se mueve como un solo organismo.

Pero la misión de Mika no termina cuando se encienden las luces. A través de Polyamor Berlin, su sello y colectivo, y del Berlin Dance Music Event (BDME), está ayudando a escribir el próximo capítulo del underground berlinés. En ese espacio, la creatividad, la colaboración y la independencia chocan. No se trata solo de música; se trata de construcción cultural, de diseñar nuevos marcos para que los artistas crezcan sin comprometer su visión. En un mundo construido sobre ruido y momentum, Mika está haciendo algo más complejo: está construyendo significado.

La historia de Mika es una de perseverancia. Mucho antes de los escenarios de festivales y las noches con entradas agotadas, pasaba horas trabajando en el cinturón industrial de Baviera, formándose como empleado y aprendiendo a trabajar antes de aprender a soñar. Esa disciplina, dice, se convirtió en la columna vertebral invisible de todo lo que hace hoy.

“Siempre lleva más tiempo del que esperás o planificás. Especialmente cuando nadie a tu alrededor tiene conexión con la industria musical, tenés que hacer casi lo opuesto a lo que tu entorno cercano te aconseja. Aprendí que no podés forzar las cosas; suceden de forma natural si seguís avanzando”.

Para Mika, no hubo un momento cinematográfico de revelación, solo constancia.

“No hubo un momento único en el que me di cuenta de que la música era mi trabajo de vida; fue una serie de pequeños momentos que me seguían empujando hacia adelante. Pero si tuviera que elegir uno, sería cuando recibí financiación para el Berlin Dance Music Event y pude empezar a trabajar de forma independiente. Ahí fue cuando realmente entendí: esto es lo que estoy destinado a hacer”.

Esa escalada paciente también explica su sonido: complejo, autodidacta y profundamente personal. Antes de encontrar su voz, Mika pasó casi una década experimentando con distintos géneros, construyendo un lenguaje de ritmo y emoción track por track.

“Siempre fui alguien que podía identificarse con muchos géneros. Producir todo tipo de estilos, desde deep house hasta trap y música de bandas, me ayudó a entender dónde pertenecía realmente”.

Esa curiosidad incansable dio forma a las texturas híbridas que hoy definen el Nu Trance.

“Cada género funciona de manera distinta y crea un tipo diferente de emoción. Mis raíces están en bandas de nu metal como Limp Bizkit y Linkin Park. Voces distorsionadas, sintes sucios, ganchos melódicos… todo eso encuentra su camino en mi música ahora”.

Pero ninguna ciudad lo puso a prueba ,y lo transformó, como Berlín. Al llegar solo, sin red de apoyo, encontró caos y claridad.

“Mudarme solo a Berlín fue honestamente aterrador. Es una ciudad abrumadora. Cuando dejás todo atrás para empezar un camino nuevo, siempre hay miedo e incertidumbre”.

En lugar de perseguir el exceso, se aferró a la estructura, la misma disciplina que lo formó años antes.

“Aunque nunca me interesó realmente el lado del after. No consumo drogas; prefiero despertarme temprano y volver a trabajar. Estar alrededor de esa energía me enseñó mucho. Berlín puede darte todo, pero también puede consumirte si no estás con los pies en la tierra. Es una ciudad de extremos, y encontrar mi propio equilibrio dentro de ese caos ayudó a definir quién soy”.

Esos tres elementos ,resiliencia, curiosidad y balance, forman el plano del mundo de Mika: un ecosistema autosuficiente donde la emoción se encuentra con la ingeniería y el club se convierte en escenario y santuario a la vez.

UNA ORQUESTA DE UN SOLO HOMBRE

La independencia no es una declaración de orgullo, sino de propósito. La carrera de Mika funciona como un ecosistema individual, donde cada decisión ,desde el tracklist al tour hasta el diseño del sello, pasa por sus propias manos.

“Lo mejor es poder diseñar tu propio entorno y construir algo que realmente se sienta tuyo, no solo encajar en una escena, sino ayudar a crear una. Me encanta tener control total sobre mi sonido, mis proyectos y la gente con la que trabajo”.

Pero la autosuficiencia tiene su costo. El peso de la autonomía total puede ser implacable.

“Lo más duro es el tiempo. Nunca es suficiente. Tu cabeza nunca se apaga del todo; trabajás los fines de semana, durante la semana, siempre equilibrando distintos roles. Es gratificante, pero también agotador. Tenés que amarlo; de lo contrario, te rompería”.

Ese equilibrio entre presión y claridad también se refleja en las bases del Nu Trance, el sonido que Mika acuñó para describir su identidad sonora en evolución. Su definición atraviesa etiquetas, tempos y actitudes.

“No es realmente trance, no es techno, no es house y tampoco es bounce. Tocamos música dance de alta energía entre 145 y 160 BPM que toma elementos de todos esos mundos. Tiene los off-beats y las melodías del trance, la estructura del techno y el bounce y groove del hard house”.

Pero lo que lo vuelve Nu no es solo su velocidad, sino su alma.

“Lo que hace que sea Nu Trance es la actitud y los detalles, igual que el Nu Metal mezcló rap con guitarras pesadas. En el Nu Trance a menudo escuchás samples de rap o vocales cortadas como elementos estilísticos, y los breakbeats se usan como fills o para generar tensión. Es la fusión de emoción y energía cruda, un sonido que se siente familiar pero completamente nuevo al mismo tiempo”.

Para Mika, el género representa más que un cambio de BPM. Es un contramovimiento creativo contra la rigidez de la escena actual, una rebelión impulsada por sentimiento más que por fórmula.

“Cada nuevo género nace como un tipo de contramovimiento. No diría que el Nu Trance está en contra del hard techno, pero creo que evolucionó naturalmente a partir de él. Después de algunos años dominados por sonidos muy rápidos y agresivos, empezaron a surgir nuevos subgéneros ,Nu Trance, Bounce y el regreso del Hard House, todos con un tipo de energía diferente”.

Y en su núcleo está el mismo espíritu que lo atrajo al sonido por primera vez: la libertad.

“Para mí, ahí entra la actitud del breakbeat y del rap. Se trata de rebeldía, autoexpresión y de no tomarse las cosas demasiado en serio. Es crudo, emocional y divertido al mismo tiempo. El Nu Trance trae de vuelta el color y la emoción al rave. Es música con sentimiento, pero hecha para el peak-time”.

CONEXIÓN Y COMUNIDAD

Crear música es inseparable de crear comunidad. Su mundo creativo se extiende mucho más allá de la cabina; es un ecosistema diseñado para empoderar a otros, dando forma a la próxima generación del underground berlinés.

“Construí ambas plataformas porque quería crear mi propio espacio dentro de la industria, algo que pudiera moldear activamente. Eso es exactamente lo que ofrezco con el Berlin Dance Music Event y Polyamor: plataformas abiertas, colaborativas y hechas para personas que quieren dejar su propia marca”.

Mika cree en la apertura por encima de la jerarquía, en la colaboración antes que el gatekeeping.

“Cualquiera que realmente me conozca sabe que no soy de guardarme cosas. Quiero que la gente use estos proyectos como trampolines para construir algo propio. Cuantas más voces dejemos entrar en la escena, más auténtica y orientada al futuro se vuelve. Así avanza la cultura: cuando todos se sienten invitados a contribuir”.

Esa misma filosofía se traslada a su relación con el público. Habiendo tocado más de cien shows en Europa, desde RSO hasta Fuse, Mika aborda cada pista de baile como un organismo vivo, impredecible, emocional y colectivo.

“Es gracioso, pero mi experiencia viene de tocar en casamientos. Pasé años tocando para todo tipo de públicos, y eso realmente me enseñó a leer a la gente, a sentir lo que una sala necesita y cuándo cambiar la energía”.

Siempre hay un momento, dice, en el que todo encaja.

“Lo que aprendí este último año es que hay un momento en casi todos los sets ,a veces desde el primer track, a veces a mitad, donde todo se alinea. El público, el sonido, las luces, tu propia mentalidad, todo se conecta. Esa sensación es imposible de describir, pero es la razón por la que hago esto. Es como si el tiempo se detuviera por unos minutos y todos respiraran al mismo ritmo. Eso es lo que quiero decir cuando digo que quiero que la pista de baile se sienta infinita”.

Esa búsqueda de conexión continúa en el estudio, donde su track Vibrations marcó un punto de inflexión personal.

“Definitivamente Vibrations. Ese track fue un punto de inflexión para mí. Me enseñó que la simpleza es poderosa; no tenés que forzar un sonido ni pensar demasiado el proceso. Las mejores ideas generalmente llegan cuando dejás que todo fluya naturalmente y hacés lo que se siente fácil y verdadero para vos”.

Se convirtió en una lección de confianza, una que redefinió su brújula creativa.

“Solía perseguir la complejidad, pero Vibrations me recordó que el núcleo emocional de un track es lo más importante. Se trata de confiar en tus instintos y no tratar de sonar como nadie más. Ahí es cuando tu verdadera identidad empieza a aparecer”.

Ahora, mientras se prepara para un nuevo capítulo, su enfoque se vuelve más introspectivo, afinando la esencia de su sonido y de su visión.

“Para mí, 2026 se trata de afilar mi identidad, tanto en el sonido como en el diseño. Como artista, siempre es un desafío mantener la objetividad y mirar tu propio proyecto desde afuera, pero así es como evolucionás. Quiero refinar lo que representa Mika Heggemann, tanto musical como visualmente”.

En el corazón de todo, dice, está la emoción, ese pulso sagrado de conexión que une al artista y al público cuando la noche llega a su forma más pura.

“Cuando la gente escuche mi música a las 5 a.m., quiero que se sientan completamente conectados conmigo, entre ellos, con el momento. Emoción pura, euforia, amor, eso es lo que quiero crear. Un espacio donde el mundo exterior no exista por un rato”.

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