Buscar Menú
Inicio Noticias recientes Menú
NOTICIAS

CDMX, la noche bajo presión: clausuras, denuncias y la escena que sostiene miles de trabajos

  • Sergio Niño
  • 30 December 2025
CDMX, la noche bajo presión: clausuras, denuncias y la escena que sostiene miles de trabajos

La música electrónica en Ciudad de México no vive solo en los headliners ni en la postal de fin de año. Vive en el cableado invisible de la noche: barras, puertas, audio, seguridad, riders, runners, limpieza, producción, taxis, fotógrafos, visuales. Un ecosistema complejo que respira cuando hay venues abiertos, programación constante y reglas claras. Hoy, ese ecosistema se siente acorralado.

En pleno cierre de 2025, el Gobierno de la Ciudad de México publicó el balance del operativo “La Noche es de Todos”. Las cifras son contundentes: 1,566 acciones realizadas durante el año, con 885 suspensiones, 172 clausuras y 418 visitas de verificación. A ello se suman 113 fiestas clandestinas desarticuladas y 91 detenciones por presunto quebrantamiento de sellos.

En el discurso oficial, el objetivo es regular la vida nocturna y garantizar seguridad. Nadie dentro de la escena discute la importancia de la Protección Civil, los aforos reales, las rutas de evacuación, los protocolos ante riesgos y una operación responsable. El conflicto no está en la regulación, sino en la forma en que se está aplicando. En el costo humano de una política ejecutada como martillo sin importar a quien se lleve entre las piernas, y en las denuncias crecientes de que el mecanismo de verificación puede convertirse en una herramienta de intimidación, presión o corrupción.

La contradicción se vuelve evidente cuando, al mismo tiempo que se reportan estas cifras de suspensiones y clausuras, el propio gobierno anuncia una celebración masiva para recibir 2026 en Paseo de la Reforma, promocionada como “la fiesta electrónica más grande del mundo”, gratuita y con horario extendido el 31 de diciembre. La ciudad abraza la electrónica como espectáculo institucional, mientras el circuito nocturno que la sostiene durante todo el año reporta cierres, cancelaciones, pérdidas económicas y miedo.

Sobre esto, Federico Crespo, fundador de Japan y Ciudad Suspendida comentó:

No estamos en contra de que existan celebraciones públicas. Al contrario, creo que muchos promotores hemos empujado durante años para que la música electrónica ocupe cada vez más espacios públicos y para que la gente pueda ejercer su derecho, como ciudadanos, a utilizar esos espacios para celebrar su cultura.

Lo que nos genera ruido es el acomodo de los tiempos y la sensación de que la cultura puede estar siendo instrumentalizada para perseguir agendas políticas. La fiesta de Año Nuevo pudo haber sido un gran momento para hablar de los 30 años que lleva la música electrónica en México; para hablar de sus historias, de los distintos actores que han construido la escena a lo largo del tiempo, de cómo se ha ido formando este ecosistema.

Lo que resultó muy desafortunado es que nos encontramos con un line-up que, lejos de representar lo que somos como país o como escena, parece responder a intereses muy concretos y sigue impulsando una narrativa en la que el talento extranjero vale más que el talento mexicano. Ahí hay mucho que deshilar.

La invitación a las autoridades es a que se sensibilicen frente a las problemáticas reales que está enfrentando la escena local y entiendan que, incluso dentro del ejercicio del ordenamiento territorial, la cultura ocupa un espacio. Ese espacio debe tratarse con la sensibilidad que merece una escena tan frágil como la que estamos intentando sostener todos los días, desde muchos frentes distintos.”


Denuncias que no se pueden tratar como “ruido”

En julio de 2025, La Jornada recogió testimonios de propietarios de establecimientos que aseguran que, tras la colocación de sellos de suspensión o clausura, recibieron llamadas o mensajes proponiendo pagar “la colegiatura”, con cuotas que iban de los 10 a los 15 mil pesos, para destrabar trámites o facilitar reaperturas. En esas mismas declaraciones se describe que los operativos llegan, en algunos casos, acompañados por un despliegue desproporcionado de cuerpos policiales, incluso cuando se trata de faltas administrativas.

No es la primera vez que estas prácticas aparecen en la conversación pública. En julio de 2024, tras la detención de verificadores por presuntos delitos como extorsión y rompimiento de sellos, se informó que la Fiscalía había detectado una posible red de protección vinculada a procesos de verificación y resoluciones administrativas. Este antecedente es clave porque confirma algo que la escena viene señalando desde hace tiempo: el riesgo de corrupción alrededor del esquema de verificación no es una fantasía colectiva ni un rumor aislado.

Hay un dato adicional que no debería pasar desapercibido. El propio Gobierno de la Ciudad de México ha difundido información de atención ciudadana donde se mencionan canales específicos para denunciar extorsión y corrupción. Si la autoridad contempla esa posibilidad y habilita vías para reportarla, la conversación pública no puede cerrarse con un “todo es saldo blanco”. La transparencia no debilita a las instituciones; las fortalece.

Lo que está en juego no es solo la fiesta, es el trabajo

Cada vez que un lugar es suspendido o clausurado, la escena no pierde únicamente un dancefloor. Pierde nómina. Pierde turnos. Pierde estabilidad. Detrás de cada sello hay miles de personas que viven directa o indirectamente de esta industria, muchas de ellas en condiciones laborales frágiles: personal de puerta, seguridad, barras, limpieza, producción técnica, ingenieros de audio, iluminación, visuales, promotores, fotógrafos, prensa, transporte nocturno.

Una suspensión que se extiende por días o semanas puede ser un golpe mortal para un venue pequeño o mediano. Para un trabajador por turnos, significa renta en riesgo, comida en riesgo, continuidad laboral en duda. Y para la ciudad, el efecto es aún más grave: empujar la vida nocturna hacia la clandestinidad, justo el terreno donde la seguridad, la regulación y el cuidado colectivo se debilitan.

La noche regulada, profesional y visible siempre será más segura que la noche perseguida y escondida.

Desde Mixmag LATAM queremos expresar nuestra solidaridad plena con la comunidad que sostiene la vida nocturna y la cultura electrónica de Ciudad de México.

Hablamos de una escena construida durante décadas por artistas, promotores, venues, técnicos, personal de seguridad, barras, producción, comunicación y logística. Una red de trabajo real, cotidiana y profundamente interdependiente que no existe solo para la fiesta, sino que genera empleo, identidad cultural y espacios de encuentro seguros para miles de personas.

Hoy, esa red se encuentra bajo una presión inédita. Las cifras oficiales confirman una intensificación de operativos, suspensiones y clausuras durante 2025. Más allá de los números, lo que nos preocupa es el impacto humano detrás de cada sello colocado. Cada cierre implica turnos cancelados, ingresos perdidos, proyectos detenidos y una creciente sensación de vulnerabilidad entre quienes viven de la noche.

Nos alarma especialmente que, junto a esta presión administrativa, circulen denuncias persistentes de prácticas intimidatorias, posibles abusos de autoridad y presuntos actos de extorsión. Estas denuncias no pueden ser desestimadas como exageraciones ni como ruido de fondo. Existen antecedentes documentados y testimonios públicos que obligan a tomarlas con seriedad. La confianza en las instituciones se construye con transparencia, no con miedo.

También nos preocupa el uso de la fuerza en contextos administrativos. La presencia de cuerpos policiales en verificaciones debe garantizar seguridad, no generar terror ni escalar conflictos innecesariamente. La regulación es indispensable, pero su aplicación debe ser proporcional, clara y respetuosa de los derechos humanos.

Queremos ser claros: la escena no pide impunidad. Nadie defiende espacios inseguros, aforos irresponsables ni prácticas que pongan en riesgo a asistentes o trabajadores. Lo que la comunidad necesita son reglas claras, procesos auditables y acompañamiento real para cumplirlas. La sanción no puede ser la única herramienta, y menos cuando se convierte en un golpe económico irreversible para espacios independientes y trabajadores precarizados.

Resulta imposible ignorar la contradicción de celebrar la música electrónica como emblema cultural de ciudad global mientras se debilitan los espacios donde esa cultura se produce, se cuida y se profesionaliza durante todo el año. La escena no vive solo en los macroeventos. Vive en los clubes pequeños, en los foros híbridos, en las noches de prueba y error, en el trabajo invisible que hace posible que la música exista.

Desde Mixmag LATAM creemos que una ciudad verdaderamente cultural protege sus ecosistemas, no los asfixia. La noche no es un problema que deba erradicarse, sino una realidad que debe entenderse, regularse con inteligencia y cuidarse con responsabilidad compartida.

Nos solidarizamos con quienes hoy trabajan con miedo, con incertidumbre o con la sensación de estar siendo empujados a la clandestinidad. Nos solidarizamos con quienes cumplen, quieren cumplir y aun así se sienten desprotegidos. Y nos sumamos al llamado colectivo por diálogo, transparencia y justicia.

La escena electrónica de Ciudad de México no es el enemigo.

Es trabajo. Es cultura. Es comunidad.

Y merece ser escuchada.

Sergio Niño

Editor en Jefe, Mixmag LATAM

Carga el siguiente artículo
Cargando…
Cargando…